Afrontando lo Psicosocial

El Viaje como Laboratorio de Identidad y Resiliencia

Escrito por Antonio Mourin Pedraza | Jul 7, 2025 12:16:16 AM

Imagina un laboratorio donde puedes experimentar libremente con quién eres. Eso es precisamente lo que el viaje ofrece al adulto emergente. Lejos de las expectativas familiares y sociales de su lugar de origen, hay una libertad única para probar nuevos roles, comportamientos y expresiones de uno mismo. ¿Quieres explorar una nueva faceta de tu personalidad? ¿Conocer gente que te vea sin el bagaje de tu pasado? El viaje lo hace posible, permitiendo una exploración de la identidad más profunda y menos constreñida.

Pero no todo es fácil. Viajar, especialmente solo o a un lugar desconocido, implica vulnerabilidad. Resolver problemas en otro idioma, adaptarse a nuevas culturas o manejar situaciones inesperadas, obliga a desarrollar resiliencia, autonomía y autoconfianza. Estas son cualidades esenciales para construir una identidad adulta sólida, algo que la terapeuta Brené Brown calificaría como una forma de "atreverse a lo grande".

 

Además, la exposición a diferentes formas de vida y sistemas de valores enriquece nuestra perspectiva. Al interactuar con otras culturas, nos vemos obligados a reflexionar sobre nuestras propias creencias: ¿Qué es lo que realmente me importa? ¿Qué estoy dispuesto a tolerar o a defender? Este contraste acelera la clarificación de nuestros valores, ayudándonos a construir una ética personal más informada y matizada.

 

 

La Inestabilidad como Propósito y la Edad de las Posibilidades

Una de las características de la adultez emergente es la inestabilidad. Sin embargo, en el contexto del viaje, esta inestabilidad se transforma en una fortaleza. La falta de arraigo, el constante cambio de residencia o incluso de empleo (a menudo temporales para financiar la aventura), se normaliza y se valora como parte de la experiencia. La era del nómada digital y las plataformas de trabajo remoto han facilitado esta fluidez, permitiendo que la inestabilidad se viva con propósito.

Viajar también permite a los jóvenes retrasar compromisos importantes como una carrera establecida, el matrimonio o la compra de una casa. Esto les da más tiempo para explorar sus opciones, sin sentirse presionados por los marcadores tradicionales de la adultez.

El viaje, en esencia, materializa la "edad de las posibilidades". Los jóvenes ven y experimentan directamente que existen múltiples formas de vivir, trabajar y ser feliz. Esto puede desafiar narrativas limitantes de su origen y abrir sus mentes a un abanico mucho más amplio de futuros imaginables para sí mismos. Además, desarrollan un conjunto de habilidades prácticas cruciales, desde la gestión de presupuestos en diferentes monedas hasta la adaptación a normas sociales distintas, lo que fortalece su autoeficacia y competencia percibida.